Hacer deporte es algo necesario en el día a día. No sólo fortalece la salud y mejora el bienestar general, sino que es divertido y nos hace sentir más felices. En un post pasado desvelamos los alimentos para rendir mejor haciendo deporte. Igual de importante es saber qué alimentos se deben consumir, y en qué momento, tras un entrenamiento físico. Hoy te hablamos sobre los hábitos post-ejercicio y te damos consejos para que tu plan de ejercicio tenga sus frutos. Cómo te cuidamos, ¿eh? Presta atención, ¡y manos a la obra!
¿Cuánto tiempo tiene que pasar?
Lo primero que hay que tener claro es cuándo se ha de comer. Lo ideal es consumir algo en los 40 minutos posteriores al ejercicio realizado. ¿Por qué? Porque en esta franja, el metabolismo sigue activo, asimilando los nutrientes ingeridos con más calma y facilidad. Tampoco hay que olvidarse de beber agua. Todo esto hará que nos repongamos, recuperemos energías, eliminemos toxinas y restablezcamos reservas del glucógeno muscular.
Pero, ¡ojo! Terminar una sesión de deporte suele estar ligado a un apetito feroz. ¡Tanto que querremos devorar la nevera! Por eso, es importante controlar cuánto se come, y hacerlo despacio y tranquilamente. Al haber derrochado tanta energía, a veces “comemos con los ojos” y terminamos ingiriendo más calorías que las que hemos quemado.
Un truco para evitar esto es llevar siempre encima un picoteo sano para tomar al terminar el ejercicio. Un yogur desnatado, una pieza de fruta o una barrita energética son algunos de los alimentos más recomendables. Saciará el hambre y evitará que comamos con ansia. También se aconseja consumir grasas saludables, como el aguacate, las nueces o las almendras, en cantidades moderadas.
Sí a los carbohidratos y proteínas
Seguro que estás de acuerdo, que un picoteo no es suficiente. Ha de ir seguido de una comida más contundente y completa. A ser posible, consumida no más tarde de las 20h para que el cuerpo sea capaz de digerirlo poco a poco.
Esta comida principal deberá contener una ración de carbohidratos (p, ej: arroz, pasta o patatas) y una de proteínas (p, ej: pescado, carne magra, pollo, jamón de pavo o huevo). No lo dudes: los hidratos de carbono y las proteínas serán tus mejores aliados después de una dura sesión física. Mientras que los carbohidratos te devolverán la energía derrochada, las proteínas sirven para desarrollar masa muscular y facilitar la reparación de los daños causados por el ejercicio.
Lo ideal es ir alternando entre unos alimentos y otros. Además de conseguir una dieta equilibrada y variada, evitará que te acabes cansando de ciertos alimentos, lo cual suele pasar a menudo.
¡No a las grasas!
Definitivamente, aléjate de los alimentos con altos niveles de grasa y azúcar. Aunque todos nos merecemos un caprichito de vez en cuando, recuerda que un desliz diario puede echar a perder tu esfuerzo de todo un día. ¡Así que control y mucha fuerza de voluntad!
Ahora te toca probarlo a ti. Prepara un plan de ejercicio y cuida tu alimentación después del entrenamiento. Verás cómo notas la diferencia. ¡Ánimo, que tú puedes!