Aún son pocos los que saben que el 26 de julio es el Día de Los Abuelos. Esta festividad también se celebra a nivel internacional y en España ha sido fomentada por la Fundación Mensajeros de la Paz, del Padre Ángel. El objetivo de la jornada es reconocer la importante labor que los abuelos desempeñan en el seno de la familia. Además, en la actualidad, por el tipo de vida tan ajetreada que llevamos, se han convertido en una pieza clave de la organización familiar.
Muchos niños, bien por necesidad o por elección de los padres, quedan al cuidado de sus abuelos mientras sus padres trabajan. Pero lejos de convertirse en unos simples y económicos “cuidadores”, el vínculo que se establece entre abuelos y nietos es tan único y especial que produce beneficios altamente positivos.
Para los niños…
Son tantas las horas que pasan juntos, que los abuelos desempeñan muchos papeles con sus nietos: canguros, les cuidan cuando están malos, juegan con ellos, son confidentes, etc. Todo esto genera una relación muy especial que convierte a los abuelos en modelos a seguir para los más pequeños.
Los abuelos también son un ejemplo de trabajo duro y lealtad familiar, un aprendizaje imprescindible que les acompañará a lo largo de toda su vida.
Además, contribuyen con su experiencia en momentos de crisis familiar, tanto en el sentido psicológico, como en el económico, si se puede y es necesario.
Y por supuesto, transmiten valores familiares y mantienen el vínculo entre las generaciones. Las historias de familia les encantan a los niños, y contribuyen en su desarrollo psicológico.
Por tanto, queda más que demostrado que los abuelos tienen una gran influencia en el desarrollo de los niños. Sobre todo cuando son abuelos que les dedican mucho tiempo físico y emocional.
…Y para los abuelos
La relación con los nietos también supone un importante bálsamo para los propios abuelos. La ciencia ha observado que los abuelos que tienen una estrecha relación con sus nietos suelen padecer menos depresiones. Esto es porque se sienten más útiles, mejor considerados y más valorados en el seno de la familia, y en muchas ocasiones les permite socializar mejor.
Además, mejora su vida social; ayuda a prevenir el deterioro cognitivo así como enfermedades crónicas como el alzhéimer o la demencia senil, según han publicado diversas revistas científicas internacionales.