Uno de los frutos más característicos que nos trae el otoño son las castañas. Crudas, asadas, cocidas o como ingrediente en recetas saladas y dulces, se trata de un alimento muy versátil y sabroso. Pero, además, también muy saludable para la salud. Y es que las castañas tienen tantas propiedades que su consumo está más que recomendado por los expertos en nutrición. Por tanto, un producto tan importante en nuestra dieta bien merece un post donde expliquemos con detalle cuáles son los beneficios de las castañas.
Propiedades de las castañas
Las castañas son un fruto seco con muchísimos nutrientes. Su principal valor es su altísimo contenido en fibra e hidratos de carbono. Sin embargo, no por ello podemos considerar que la castaña engorda, pues contiene pocas calorías, unas 190 calorías/100grs.
Otra de las grandes propiedades de las castañas es que son una fuente natural de minerales, entre los que destacan: fósforo, calcio, hierro, zinc, magnesio y en menos proporción cobre, por los que se le atribuyen propiedades anti-inflamatorias y vasculares.
También nos aportan elevadas cantidades de vitaminas B1, B3, B6 y ácido fólico.
Beneficios de las castañas
Y ahora que sabemos las propiedades, ¿cómo se traduce esto en beneficios para nuestro organismo?
Su alto porcentaje en hidratos de carbono las convierte en una excelente fuente de energía natural sin correr riesgo de engordar y con efecto saciante. De hecho, en muchas ocasiones, se recomienda comer castañas mientras sigues una dieta para bajar de peso.
Para períodos de estreñimiento, nada como comer un puñado de castañas crudas. Como ya te hemos dicho, una de las principales características de las castañas es que tienen mucha fibra insoluble que activa el tránsito intestinal.
Además, son diuréticas, gracias a su importantísimo aporte de potasio, que estimula el descenso de la tensión arterial y la diuresis. Este beneficio hace de las castañas un excelente aliado para personas con problemas de riñón o hipertensión.
También hay que destacar su aporte de calcio, que ayuda a fortalecer huesos y cartílagos. De hecho, muchos intolerantes a la lactosa sustituyen la leche por una buena ración de castañas en esta época del año.
Por si fuera poco, las castañas también nos aportan vitaminas, como la B, que ayuda a frenar la caída del cabello; y ácido fólico, lo que le convierte en un alimento muy interesante para mujeres embarazadas y para aquellas que estén dando el pecho.
Pero no todo lo relacionado con la castaña es positivo. La única pega que podemos ponerle es que son un poco indigestas, especialmente si las comes crudas. La razón de esto es que son ricas en taninos, lo que pueden provocar molestias intestinales. Para evitarlo, en el caso de que seas tú mismo quien coge las castañas, es que las dejes reposar durante una semana para que el porcentaje de taninos descienda.
Truco para asarlas
NO obstante, la manera más típica de comerlas es asándolas, especialmente los días de frío. Y es que su valor energético y el calor que desprenden las convierten en una deliciosa manera de afrontar las bajas temperaturas. Para asarlas, no olvides hacerles una pequeña incisión y ponerlas en una sartén, sin aceite, durante unos 20 o 25 minutos.
Durante este tiempo, tienes que estar muy pendiente para que no se quemen y estar moviéndolas constantemente. A modo de consejo, si quieres que se queden muy secas, ponlas en remojo durante unos quince minutos antes de asarlas. Y para darles un toque de sabor, prueba a añadir a esta agua unas gotas de miel, o una pizca de sal o bien unas gotitas de anís.
Otro hándicap que podemos encontrar en la castaña es la estacionalidad. Se recogen en otoño y se comen en invierno. Sin embargo, ¿por qué no disfrutar de los beneficios de otros frutos secos el resto del año? Para saber cuáles son los frutos secos más recomendables, te recordamos las propiedades de los frutos secos.