La respuesta es simple: reciclarlos. ¿Y por qué? Primero, porque si están caducados pierden gran parte de su eficacia. Acumularlos en casa puede llevar a un uso inadecuado de los mismos. Y segundo, porque tirarlos a la basura o al inodoro es nocivo con el medio ambiente.
Con el objetivo de cuidar la naturaleza, tanto los medicamentos que estén caducados, como los que estén en mal estado. También los que hayan perdido su envase original y prospecto que impida establecer su utilidad y posología, o los que ya no se necesiten. Todos ellos han de llevarse a los contenedores especiales dispuestos en farmacias y centros de salud, desde el año 2001, por el Sistema de Integrado de Gestión y Recogida de Envases, SIGRE.
Así mismo, los envases que han estado en contacto con las medicinas (frascos, blíster, tubos, aerosoles, ampollas, etc.) también deben depositarse en el Punto Sigre. Aunque estos estén vacíos, es necesario para su correcto tratamiento medioambiental. Estos también pueden contener restos de sustancias farmacológicas.
Sigre está formado por las principales instituciones que representan a los agentes que forman la cadena del medicamento: la industria farmacéutica, los colegios oficiales de farmacéuticos y los distribuidores del sector. Estos medicamentos, posteriormente, se transportan hasta la Planta de Clasificación de Residuos de Medicamentos de Cerceda (A Coruña). Aquí es donde son clasificados para su posterior envío a gestores autorizados de residuos que se encargan de realizar el tratamiento final de los mismos.
Revisa el botiquín doméstico al menos dos veces al año para no acumular medicamentos.
Si en vez de llevarlos a este punto, se tirasen los medicamentos a la basura o al inodoro estaríamos poniendo en riesgo la salud de las personas. También del resto de la naturaleza porque algunos de sus compuestos son imposibles de filtrar por las depuradoras y contaminan el agua, afectando también la salud de los peces de agua dulce con daños hepáticos y renales.
Algunos estudios señalan que incluso los restos de determinados fármacos eliminados a través de la orina, suponen una amenaza para la vida acuática. Por tanto, no es difícil imaginar que, vertidos directamente al medio ambiente, estas sustancias puedan tener un efecto muy corrosivo sobre la vida en general y sobre el funcionamiento de los ecosistemas.
Otros productos sanitarios como termómetros, prótesis, radiografías, gafas, agujas, material de curas, objetos cortantes, bolsas de plasma, frascos o bolsas para toma de muestras de sangre, heces u orina y otros recipientes similares utilizados para fines analíticos no tienen el mismo proceso de eliminación.
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