En primer lugar, comenzaremos cortando el calabacín en láminas finas; quizá la mejor opción sea ayudarte con un pelador. A continuación, lava los tomates, sécalos y córtalos en cuatro partes. El queso parmesano lo podrás cortar en finas láminas o en dados, ¡como prefieras!
Prepara una sartén con aceite de oliva y cuando esté bien caliente añade el calabacín, no pares de remover durante dos minutos para que no se queme. Cuando esté dorado, añade el ajo, los tomates, los piñones, la sal y la pimienta (a tu gusto) y baja el fuego a lento. Remuévelo todo durante un minuto.
Para finalizar, pon esta mezcla en un bol, añade el jamón, el queso parmesano y la albahaca, alíñala a tu gusto ¡y listo para comer! Eso sí, será mejor que dejes que se enfríe unos minutos en la nevera.