En primer lugar hay que hidratarla, ya sea dejándola en remojo en agua o en caldo (del propio plato que vamos a preparar).
Colocamos la soja texturizada en un recipiente tipo bol y la cubrimos con el doble de agua en volumen. Si utilizamos agua tibia o caliente aceleramos el proceso de hidratación.
Por último, dejamos escurrir la soja texturizada para que suelte el exceso de líquido que pueda tener y le damos sabor salteándola o utilizando la técnica que nos especifique la receta concreta. Una vez lista, ya la podríamos utilizar en el plato como el principal ingrediente estrella.